Me he visto al espejo y me he acordado de alguien a quien solía conocer. Ya sabes, la mayor de las putadas es olvidar lo que uno es u olvidar lo que uno fue. Y no darse cuenta de que va cambiando y al final mirarse de frente y no reconocerse.
Supongo que la vida está basada de muchas cosas que uno no acaba entendido al final del día, y toca que irse a la cama intentando apagar esas vagas ideas que se nos cruzan por la cabeza. A veces es más fácil no pensar en ello, pero el problema es que quien nos lo dice no nos ha dicho el secreto o la táctica para dejar de darle demasiadas vueltas al mundo. Porque estoy mareado y es una jodida pena que nadie se detenga siquiera a apreciar mi derrumbe.
Porque lo bonito sería encontrar a alguien que nos detenga el mundo aunque nunca deje de girar. Encontrarle. Como se encuentran las cosas por accidente y terminan siendo una razón de ser. Darle besos en la frente, decirle que es la cima a lo que llamamos mundo y no destrozarlo. Abrazarlo tan fuerte que no quiera moverse un centímetro. Y decirte que lo que he buscado toda mi vida, es lo que tú piensas que no tienes.
Quizá algún día te encuentre y no sepa hacer otra cosa que no dejar de verte, porque te has convertido en mi atardecer favorito. Y que me desaparezcas mi miedo de que en algún amanecer me dejes la cama fría y las ganas ardiendo en la chimenea.
Si algún día vienes a mí —ya sea como tornado, tormenta o huracán— y te dé por pensar que me harás daño, yo te diré que es mejor hacerse daño con quien se ama que hacerse añicos con quien se desprecia.
Supongo que la vida está basada de muchas cosas que uno no acaba entendido al final del día, y toca que irse a la cama intentando apagar esas vagas ideas que se nos cruzan por la cabeza. A veces es más fácil no pensar en ello, pero el problema es que quien nos lo dice no nos ha dicho el secreto o la táctica para dejar de darle demasiadas vueltas al mundo. Porque estoy mareado y es una jodida pena que nadie se detenga siquiera a apreciar mi derrumbe.
Porque lo bonito sería encontrar a alguien que nos detenga el mundo aunque nunca deje de girar. Encontrarle. Como se encuentran las cosas por accidente y terminan siendo una razón de ser. Darle besos en la frente, decirle que es la cima a lo que llamamos mundo y no destrozarlo. Abrazarlo tan fuerte que no quiera moverse un centímetro. Y decirte que lo que he buscado toda mi vida, es lo que tú piensas que no tienes.
Quizá algún día te encuentre y no sepa hacer otra cosa que no dejar de verte, porque te has convertido en mi atardecer favorito. Y que me desaparezcas mi miedo de que en algún amanecer me dejes la cama fría y las ganas ardiendo en la chimenea.
Si algún día vienes a mí —ya sea como tornado, tormenta o huracán— y te dé por pensar que me harás daño, yo te diré que es mejor hacerse daño con quien se ama que hacerse añicos con quien se desprecia.
Es marzo y todas las velas lo saben. Y he decidido soplaras todas de una vez para ver si así te cumples de una vez.
— Benjamín Griss